Gato negro
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Gato negro
Titulo: Gato negro
Autor/a: Nehi
Género: romance, ficción.
Clasificación: +13
Advertencias: Yaoi, lime, gore leve.
Resumen:
Publicaciones: Amor Yaoi, como misaki_san
A veces me pregunto por qué todas las historias en los libros tienen finales felices. Todas las películas, novelas y hasta los sueños de todas las personas traen… finales felices.
Incluso la gente mala sueña cosas con finales felices para ellos mismos. ¿Por qué? ¿Por qué escapan de una realidad tan obvia? No todos los finales son felices pero, parece que todos quieren escapar de aquella triste realidad. ¿Por qué no lo aceptan?, ¿tan difícil es? Yo ya lo he aceptado. He aceptado que no siempre hay finales felices como el príncipe salvó a la princesa… O el hijo regreso bien a casa después de la batalla, o capturaron al malvado del cuento, y el que siempre culmina el sueño de todos: “y vivieron felices para siempre”, qué asco.
Mierda, ¡¡estas historias no son más que mierda!! ¿Es eso lo que ustedes, lectores, quieren para sus hijos? ¿Cegarles con estúpidas mentiras como un “todo estará bien” y no prepararlos para una tragedia? Eso es lo que ustedes tanto quieren?, ¡¿mentirles incluso en sus últimos momentos?! ¿Tan cobardes son? Por qué no le dicen a sus pequeñines “deja que el destino se haga cargo” en vez de un maldito “todo estará bien”. Gracias a esa frase, gracias a esa jodida frase hoy estoy como estoy, ¡vuelto mierda!.
—Abel, por favor no… —escuchaba que él me decía, mientras sus lagrimas caían en mi deforme rostro, ya quemado y dañado.
—Co…barde —fue lo único que me atreví a decirle lleno de cólera, viéndolo tan devastado ante la imagen de su enemigo caído.
Sentí cómo sus labios se posaron en los míos, sintiendo yo de nuevo aquella suavidad y él, sintiendo la sangre y la aspereza de los míos, que estaban ya rasgados y quemados también. Al separarme de ese lazo prohibido no quise mirar más sus ojos, no quería verle ni por un segundo. Le odiaba… ¡Le odiaba! Gracias a él y solo él, gracias a ese maldito que me enamoró me hice débil, ¡cada vez más débil!, cediendo ante esos malditos sentimientos que se sienten tan bien, pero que en verdad solo son una trampa mortal: “el amor”. Gracias a ese estúpido que me tenía en sus brazos me hice lo suficientemente débil y piadoso como para permitirles acercarse a mí y acabar con mi vida, mi orgullo y mi dignidad. Todo, en aquella noche de luna llena.
Mis ojos se alzaron hacia el negro cielo, tan oscuro como mi mente y alma. Unas gotas de lágrimas se escaparon de mis ojos, mientras comencé a ceder ante la muerte, dirigiéndome a mi destino… a “mi final NO feliz”. Sentí cómo el frio congelaba mi cuerpo y aquellas llagas, aquellas heridas y quemaduras que tanto me torturaron iban dejando de doler, mientras mis ojos se cerraban poco a poco. Allí, como muchos decían, en mi último segundo de vida comencé a recordar todo lo que hice.
Por cierto, mi presentación no será necesaria, pues según mi narración me irán conociendo poco a poco; escuetamente soy un maldito monstruo, el cual les narrará a ustedes su vida, desde este desconocido lugar en el que me asilo ahora.
Todo comenzó un treinta y uno de octubre; sí, el día en que mi madre me trajo al mundo. Para ese entonces, los humanos “anormales”, como nos llamaron esos insectos impotentes, ya habíamos salido a la luz, ya no queríamos escondernos más y por ello nos dejamos ver ante los humanos, quienes se vieron extrañamente comprensibles.
Cincuenta años después de salir a la luz yo nací,y los humanos ya nos toleraban como a cualquiera de ellos... O casi.
Según la historia de mi santa madre, aquel treinta y uno de octubre nació también el grupo de cazadores “The Eye”, quienes mataban a todo humano “anormal” que tuviera una conducta fuera de lo “civilizada”; en este caso era mi padre.
Vengo de una especie felina mutante que necesita humanos para alimentarse al menos tres veces cada veinte años, y mi padre, quien en vez de comer él le dio toda la comida a mi madre (quien estaba embarazada en ese entonces), quedó con hambre y enloqueció por completo, asesinando a un hombre en plena calle donde los niños disfrazados pedían dulces.
Entonces, mi madre me comentó que logramos escondernos (nosotros tres y los otros veinte del clan) durante unos meses para que “The Eye” no nos hiciera daño, pero aquellos cazadores fueron encontrando uno a uno de nuestro clan, bebés, jóvenes y adultos, asesinándolos cruelmente y vendiendo nuestros ojos y nuestras pieles a la raza humana. Al resto de nosotros, nos convertían en comida extremadamente costosa para fiestas y celebraciones especiales.
Así, con el paso de los meses, hallaron a mi padre, quien se puso de carnada para que mi madre, Karin -una amiga de mi clan mitad humana- y yo huyéramos lejos de la ciudad.
Según como mi mamá me dijo , una semana después apareció en los periódicos cómo tomaron a mi padre con su forma verdadera y le ataron con unas “cosas” especiales, y en una fiesta del pueblo le mataron lentamente, sacándole sus órganos mientras él seguía vivo, hasta que murió desangrado por culpa de aquel veneno que le aplicaron que no permitía sus órganos se regeneraran.
Maldita humanidad... ¿y nos llaman a nosotros asesinos? ¿Eso es lo que le enseñan ustedes a sus hijos? Está bien, se cometió un error, como cualquier humano que mata a los de su propia raza, mi padre mató a sólo uno en toda su vida después de ser un fiel sirviente de la reina de aquella estúpida ciudad. ¿Y le castigan así? Sólo porque él es diferente.
Intenté superar aquel hecho, y mi madre siempre tan dulce y buena, no culpó a los humanos, al contrario… nos estabilizamos bien en un pequeño pueblo, y Karin y yo comenzamos a vivir como personas cualquieras, pues aun no teníamos necesidad de comer carne humana.
Pero, al parecer, aquella “sociedad” no se detendría hasta exterminar a toda nuestra raza, sin importarles qué tanta inocencia tuviéramos, o que estábamos muy arrepentidos; no les interesó eso, tan sólo con el pasar de los años esa maldita asociación seguía en busca de nosotros, y Karin y yo, teniendo muchos años después, la apariencia y mentalidad de unos niños de diez años, tuvimos que pasar por horribles cosas sólo por querer conseguir `el perdón de nuestros aliados´.
...
—¡¡¡Abel!!! ¡Abel, ayúdame! —me gritaba Karin desconsoladamente, y en su desesperado grito se sentía el dolor tan infernal por el que estaba pasando —¡ABEL!, ¡¡me duele mucho!! ¡AYUDAAAA!
—¡¡¡Karin!!! ¡¡¡Madre!!! ¡¿Qué les están haciendo?! —les decía yo desesperadamente a los humanos.
Sí, nosotros tres nos habíamos metido `en la boca del lobo´ tan sólo porque queríamos que nos perdonaran y regenerar nuestro clan con vidas normales. Pero no, esos malditos únicamente jugaron con nosotros. Nos llevaron a aquel horrible laboratorio donde habían más mutantes, como centauros, los tan temidos vampiros, licántropos, humanos mitad aves y un montón de bestias peligrosas; ah, y nosotros tres, los más débiles de todas la razas mutantes: seres felinos. ¡Todos estábamos siendo usados en horribles experimentos muy dolorosos!
Alcancé a ver cómo en una sala (toda cubierta únicamente por un cristal transparente) hacían que los de su propio clan se mataran entre sí, a otros los descuartizaban y a otros como los minotauros los hacían comerse entre sí o, eso alcance a ver mientras mis lagrimas caían. A las crías (como nosotros) nos aplicaron inyecciones muy dolorosas en partes sensibles como pezones, ojos, la úvula, y nuestros órganos más íntimos. Hasta que, días después, nos tomaron a los tres -que habíamos permanecido separados- y nos pusieron en una sala tan blanca como las otras donde se cometían tales actos.
Miedo, ¡Sí, yo tenía miedo! Temblaba, lloraba, gritaba y pataleaba haciendo lo imposible por zafarme. Estaba asustado, pues no quería que esos insectos nos hicieran algo malo a nosotros, pero, lamentablemente fue demasiado tarde para incluso creer en la existencia de un Dios. Ya estábamos allí y todos los que estaban fuera del lugar permanecían expectantes, como esperando algo… Fue allí, cuando me di cuenta de que, mi madre, quien desde que nací yo no se había alimentado y ya habían basado veinte años humanos desde entonces (sí, nuestro tiempo de vida era muy diferente al de ustedes, raza inferior).
No les contaré con detalles, lectores, cómo fue que el hombre por el que morí asesinó a mi madre y a mi mejor amiga frente a mis ojos. Sólo sé, que mientras yo sufría, podía ver aquella despiadada mirada color azabache a través de esa horrible mascara blanca que cubría sus ojos; sé que pude memorizar el aroma que él llevaba, parecía un perfume indescriptible pero atractivo. Aun así, esa noche, en la que observé cómo mi madre se desgarraba la piel, se sacaba los huesos volviéndose loca… pasando de su figura humana a su forma animal, mientras mis verdes ojos lo observaban todo… ¡¡todo!!
Pude ver cómo, para que no nos mataran a los dos, de un momento a otro metieron a la sala otro experimento: una mujer embarazada, quien fue descuartizada por mi hambrienta madre, quien mientras comía gemía y se tocaba sus zonas intimas, sus zonas más sagradas… Había caído ante tanta lujuria y excitación. ¡Les odié!, ¿cómo podían hacerle eso a una mujer caritativa? ¡¿Sólo porque no es una humana… normal?!
Fue aquel día en que hice tal juramento que cambio mi vida para siempre, fue aquella escena la que desató mi total locura ¡y la que me hizo desear acabar con cada humano que así lo mereciese!
—¡¡¡Mamá!!! ¡Mami no!, ¡No lo hagas! ¡MAMÁ! —Intentaba traerla de vuelta pero, parecía que nada podía hacerle dar reversa.
Entonces, vi cómo en tan sólo un segundo, un maldito segundo ese insecto de ojos negros había decapitado a mi madre mientras lentamente se acercaba a Karin y a mí, sin darnos tiempo de reaccionar ante lo hecho, mientras llorábamos y tiritábamos del terror que nos invadía.
—¡Por favor deten…! —Intentó decir mi amiga para luego, yo girarme a mirarla y poder ver cómo su cuerpo había caído a mi lado, mientras su cabeza quedo entre mis manos…
Esperé que llegara mi hora, esperé que me asesinara a mí para acabar con tal infierno, pero no, no me mató. ¿Por qué? Allí fue entonces cuando me di cuenta de que el experimento no eran ellas… sino yo.
No les contaré cómo salí de aquel sitio y me saltare detalles insignificantes como los cinco años que desaparecí, entrenándome a mí mismo para hacerme más fuerte. Me saltare detalles tan insignificantes y comenzaré desde ahora a narrarles desde mi primer encuentro con él.
Pero, aquella noche, donde me juré acabar con cada humano, donde me juré comer hasta saciarme de aquel ser enmascarado, juré también estar seguro de lo que decía; pero, lamentablemente, yo no atrapeé en el futuro a aquella persona. Cómo me duele admitir que…
Fue él quien me atrapo a mí.
_________________________________________________________________________
¿Les gustó? Es un fic que tengo desde hace muchísimo tiempo, está sin editar y espero que me ayuden con errores .
Suerte y nos leemos a la próxima .
Autor/a: Nehi
Género: romance, ficción.
Clasificación: +13
Advertencias: Yaoi, lime, gore leve.
Resumen:
- Spoiler:
- El planeta tierra ha cambiado totalmente como solíamos conocerlo, dejando al descubierto nuevas criaturas de la noche a las que los humanos están a “su merced”
Abel es un “lindo gatito” negro de ojos verdes, quien al anochecer se convierte en una aterradora bestia sedienta de sangre… Tanto, que hará quedar a Drácula como a una pulga junto a un elefante.
Pero, un grupo de especialistas para cazar este tipo de seres asesinos llamado “The Eye” ha enviado a su mejor cazador para `disecar´ este problema.
La pregunta es… “¿Te resistirías a la tierna mirada de un niño indefenso?”
Publicaciones: Amor Yaoi, como misaki_san
A veces me pregunto por qué todas las historias en los libros tienen finales felices. Todas las películas, novelas y hasta los sueños de todas las personas traen… finales felices.
Incluso la gente mala sueña cosas con finales felices para ellos mismos. ¿Por qué? ¿Por qué escapan de una realidad tan obvia? No todos los finales son felices pero, parece que todos quieren escapar de aquella triste realidad. ¿Por qué no lo aceptan?, ¿tan difícil es? Yo ya lo he aceptado. He aceptado que no siempre hay finales felices como el príncipe salvó a la princesa… O el hijo regreso bien a casa después de la batalla, o capturaron al malvado del cuento, y el que siempre culmina el sueño de todos: “y vivieron felices para siempre”, qué asco.
Mierda, ¡¡estas historias no son más que mierda!! ¿Es eso lo que ustedes, lectores, quieren para sus hijos? ¿Cegarles con estúpidas mentiras como un “todo estará bien” y no prepararlos para una tragedia? Eso es lo que ustedes tanto quieren?, ¡¿mentirles incluso en sus últimos momentos?! ¿Tan cobardes son? Por qué no le dicen a sus pequeñines “deja que el destino se haga cargo” en vez de un maldito “todo estará bien”. Gracias a esa frase, gracias a esa jodida frase hoy estoy como estoy, ¡vuelto mierda!.
—Abel, por favor no… —escuchaba que él me decía, mientras sus lagrimas caían en mi deforme rostro, ya quemado y dañado.
—Co…barde —fue lo único que me atreví a decirle lleno de cólera, viéndolo tan devastado ante la imagen de su enemigo caído.
Sentí cómo sus labios se posaron en los míos, sintiendo yo de nuevo aquella suavidad y él, sintiendo la sangre y la aspereza de los míos, que estaban ya rasgados y quemados también. Al separarme de ese lazo prohibido no quise mirar más sus ojos, no quería verle ni por un segundo. Le odiaba… ¡Le odiaba! Gracias a él y solo él, gracias a ese maldito que me enamoró me hice débil, ¡cada vez más débil!, cediendo ante esos malditos sentimientos que se sienten tan bien, pero que en verdad solo son una trampa mortal: “el amor”. Gracias a ese estúpido que me tenía en sus brazos me hice lo suficientemente débil y piadoso como para permitirles acercarse a mí y acabar con mi vida, mi orgullo y mi dignidad. Todo, en aquella noche de luna llena.
Mis ojos se alzaron hacia el negro cielo, tan oscuro como mi mente y alma. Unas gotas de lágrimas se escaparon de mis ojos, mientras comencé a ceder ante la muerte, dirigiéndome a mi destino… a “mi final NO feliz”. Sentí cómo el frio congelaba mi cuerpo y aquellas llagas, aquellas heridas y quemaduras que tanto me torturaron iban dejando de doler, mientras mis ojos se cerraban poco a poco. Allí, como muchos decían, en mi último segundo de vida comencé a recordar todo lo que hice.
Por cierto, mi presentación no será necesaria, pues según mi narración me irán conociendo poco a poco; escuetamente soy un maldito monstruo, el cual les narrará a ustedes su vida, desde este desconocido lugar en el que me asilo ahora.
Todo comenzó un treinta y uno de octubre; sí, el día en que mi madre me trajo al mundo. Para ese entonces, los humanos “anormales”, como nos llamaron esos insectos impotentes, ya habíamos salido a la luz, ya no queríamos escondernos más y por ello nos dejamos ver ante los humanos, quienes se vieron extrañamente comprensibles.
Cincuenta años después de salir a la luz yo nací,y los humanos ya nos toleraban como a cualquiera de ellos... O casi.
Según la historia de mi santa madre, aquel treinta y uno de octubre nació también el grupo de cazadores “The Eye”, quienes mataban a todo humano “anormal” que tuviera una conducta fuera de lo “civilizada”; en este caso era mi padre.
Vengo de una especie felina mutante que necesita humanos para alimentarse al menos tres veces cada veinte años, y mi padre, quien en vez de comer él le dio toda la comida a mi madre (quien estaba embarazada en ese entonces), quedó con hambre y enloqueció por completo, asesinando a un hombre en plena calle donde los niños disfrazados pedían dulces.
Entonces, mi madre me comentó que logramos escondernos (nosotros tres y los otros veinte del clan) durante unos meses para que “The Eye” no nos hiciera daño, pero aquellos cazadores fueron encontrando uno a uno de nuestro clan, bebés, jóvenes y adultos, asesinándolos cruelmente y vendiendo nuestros ojos y nuestras pieles a la raza humana. Al resto de nosotros, nos convertían en comida extremadamente costosa para fiestas y celebraciones especiales.
Así, con el paso de los meses, hallaron a mi padre, quien se puso de carnada para que mi madre, Karin -una amiga de mi clan mitad humana- y yo huyéramos lejos de la ciudad.
Según como mi mamá me dijo , una semana después apareció en los periódicos cómo tomaron a mi padre con su forma verdadera y le ataron con unas “cosas” especiales, y en una fiesta del pueblo le mataron lentamente, sacándole sus órganos mientras él seguía vivo, hasta que murió desangrado por culpa de aquel veneno que le aplicaron que no permitía sus órganos se regeneraran.
Maldita humanidad... ¿y nos llaman a nosotros asesinos? ¿Eso es lo que le enseñan ustedes a sus hijos? Está bien, se cometió un error, como cualquier humano que mata a los de su propia raza, mi padre mató a sólo uno en toda su vida después de ser un fiel sirviente de la reina de aquella estúpida ciudad. ¿Y le castigan así? Sólo porque él es diferente.
Intenté superar aquel hecho, y mi madre siempre tan dulce y buena, no culpó a los humanos, al contrario… nos estabilizamos bien en un pequeño pueblo, y Karin y yo comenzamos a vivir como personas cualquieras, pues aun no teníamos necesidad de comer carne humana.
Pero, al parecer, aquella “sociedad” no se detendría hasta exterminar a toda nuestra raza, sin importarles qué tanta inocencia tuviéramos, o que estábamos muy arrepentidos; no les interesó eso, tan sólo con el pasar de los años esa maldita asociación seguía en busca de nosotros, y Karin y yo, teniendo muchos años después, la apariencia y mentalidad de unos niños de diez años, tuvimos que pasar por horribles cosas sólo por querer conseguir `el perdón de nuestros aliados´.
...
—¡¡¡Abel!!! ¡Abel, ayúdame! —me gritaba Karin desconsoladamente, y en su desesperado grito se sentía el dolor tan infernal por el que estaba pasando —¡ABEL!, ¡¡me duele mucho!! ¡AYUDAAAA!
—¡¡¡Karin!!! ¡¡¡Madre!!! ¡¿Qué les están haciendo?! —les decía yo desesperadamente a los humanos.
Sí, nosotros tres nos habíamos metido `en la boca del lobo´ tan sólo porque queríamos que nos perdonaran y regenerar nuestro clan con vidas normales. Pero no, esos malditos únicamente jugaron con nosotros. Nos llevaron a aquel horrible laboratorio donde habían más mutantes, como centauros, los tan temidos vampiros, licántropos, humanos mitad aves y un montón de bestias peligrosas; ah, y nosotros tres, los más débiles de todas la razas mutantes: seres felinos. ¡Todos estábamos siendo usados en horribles experimentos muy dolorosos!
Alcancé a ver cómo en una sala (toda cubierta únicamente por un cristal transparente) hacían que los de su propio clan se mataran entre sí, a otros los descuartizaban y a otros como los minotauros los hacían comerse entre sí o, eso alcance a ver mientras mis lagrimas caían. A las crías (como nosotros) nos aplicaron inyecciones muy dolorosas en partes sensibles como pezones, ojos, la úvula, y nuestros órganos más íntimos. Hasta que, días después, nos tomaron a los tres -que habíamos permanecido separados- y nos pusieron en una sala tan blanca como las otras donde se cometían tales actos.
Miedo, ¡Sí, yo tenía miedo! Temblaba, lloraba, gritaba y pataleaba haciendo lo imposible por zafarme. Estaba asustado, pues no quería que esos insectos nos hicieran algo malo a nosotros, pero, lamentablemente fue demasiado tarde para incluso creer en la existencia de un Dios. Ya estábamos allí y todos los que estaban fuera del lugar permanecían expectantes, como esperando algo… Fue allí, cuando me di cuenta de que, mi madre, quien desde que nací yo no se había alimentado y ya habían basado veinte años humanos desde entonces (sí, nuestro tiempo de vida era muy diferente al de ustedes, raza inferior).
No les contaré con detalles, lectores, cómo fue que el hombre por el que morí asesinó a mi madre y a mi mejor amiga frente a mis ojos. Sólo sé, que mientras yo sufría, podía ver aquella despiadada mirada color azabache a través de esa horrible mascara blanca que cubría sus ojos; sé que pude memorizar el aroma que él llevaba, parecía un perfume indescriptible pero atractivo. Aun así, esa noche, en la que observé cómo mi madre se desgarraba la piel, se sacaba los huesos volviéndose loca… pasando de su figura humana a su forma animal, mientras mis verdes ojos lo observaban todo… ¡¡todo!!
Pude ver cómo, para que no nos mataran a los dos, de un momento a otro metieron a la sala otro experimento: una mujer embarazada, quien fue descuartizada por mi hambrienta madre, quien mientras comía gemía y se tocaba sus zonas intimas, sus zonas más sagradas… Había caído ante tanta lujuria y excitación. ¡Les odié!, ¿cómo podían hacerle eso a una mujer caritativa? ¡¿Sólo porque no es una humana… normal?!
Fue aquel día en que hice tal juramento que cambio mi vida para siempre, fue aquella escena la que desató mi total locura ¡y la que me hizo desear acabar con cada humano que así lo mereciese!
—¡¡¡Mamá!!! ¡Mami no!, ¡No lo hagas! ¡MAMÁ! —Intentaba traerla de vuelta pero, parecía que nada podía hacerle dar reversa.
Entonces, vi cómo en tan sólo un segundo, un maldito segundo ese insecto de ojos negros había decapitado a mi madre mientras lentamente se acercaba a Karin y a mí, sin darnos tiempo de reaccionar ante lo hecho, mientras llorábamos y tiritábamos del terror que nos invadía.
—¡Por favor deten…! —Intentó decir mi amiga para luego, yo girarme a mirarla y poder ver cómo su cuerpo había caído a mi lado, mientras su cabeza quedo entre mis manos…
Esperé que llegara mi hora, esperé que me asesinara a mí para acabar con tal infierno, pero no, no me mató. ¿Por qué? Allí fue entonces cuando me di cuenta de que el experimento no eran ellas… sino yo.
No les contaré cómo salí de aquel sitio y me saltare detalles insignificantes como los cinco años que desaparecí, entrenándome a mí mismo para hacerme más fuerte. Me saltare detalles tan insignificantes y comenzaré desde ahora a narrarles desde mi primer encuentro con él.
Pero, aquella noche, donde me juré acabar con cada humano, donde me juré comer hasta saciarme de aquel ser enmascarado, juré también estar seguro de lo que decía; pero, lamentablemente, yo no atrapeé en el futuro a aquella persona. Cómo me duele admitir que…
Fue él quien me atrapo a mí.
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Suerte y nos leemos a la próxima .
Nehi- Mdo. Especial
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Fecha de inscripción : 08/07/2011
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